martes, 22 de junio de 2010

Tocando fondo

Nunca, jamás, en la vida, ni por asomo. No. Yo no lloro, nunca nadie me ha visto hacerlo, entiendo y reconozco los sentimientos en los demás, pero yo soy así, naturalmente resistente al dolor. Cuando una mujer llora en el cine o en otra circunstancia poco trascendente, me parece increíble, no lo puedo creer, me quiero convencer que lo hace apropósito, que exagera. Apenas pasados los treinta años ya me he consolidado como un tipo duro.

Y hoy estoy acá, devastado, llorando descontroladamente hace horas. He tocado fondo, solo que esta vez, es solo otra vez más. Pero que fácil, que fácil sería si fuese una persona común, ya lo imagino esa persona común va, cuenta su problema a su amigo, es escuchado, aconsejado, comienza su proceso de superación y luego de un tiempo termina con su problema exitosamente y sigue con su vida. Pero claro, yo jamás voy a poder ser esa persona. Nunca. Soy así, orgulloso, no puedo rebajarme ante nadie a reconocer que tengo un problema gigante que afecta enormemente mi vida hace años. Lo reconozco estoy equivocado, por más que me cueste admitirlo soy solo un hombre, uno más, aunque mi ego me haya hecho creer otra cosa.

En la desesperación del dolor, en ese momento que me sentí diminuto, cuando me sentía entregado a aceptarlo se me pasó por la cabeza contártelo amigo, hasta abrí tu ventana del msn para pedirte ayuda. Pero no. No y no. No pude, no puedo y te juro que no voy a poder nunca, es muchísimo más fuerte que yo. Si te lo cuento me sentiría la nada, más inútil que un trapo de piso y sería un asesinato premeditado a mi ego. Nunca más sería igual para mí, el mundo, aunque sea solo una persona, conocería mi miseria. Es por mi ego que me mira, desde allá arriba, inmaculado, ajeno a mi dolor. Cuando le pregunto “por qué?” solo encuentro silencio.

Soy un hombre más, de los tantos que atestan el microcentro en busca de sobrevivir, todos los días hago mis tareas responsablemente y miro por la ventana la ciudad. Vivo solo y el dinero no es mi problema. Adoro vivir, lo que más me gusta de la vida es hacer felices a los demás, me hace más feliz hacer feliz que me hagan. Me gustan las mañanas, me gusta salir a almorzar, me gusta el frío, y me gusta el calor, me gusta todo, todo lo que veo me parece hermoso. Pero no puedo disfrutarlo, no, al menos no desde acá, no puedo salir de este infierno, cerraron la puerta y perdieron la llave.

Probé la felicidad y me gustó, pero parece que voy a tener que vivir con el recuerdo de su sabor, porque yo estoy acá… encerrado en mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario